Siesta
(Jornada tras jornada,
forja y mimbre;
calada tras calada
-lo inefable- del universo templo.
A veces en tus manos
la piel desordenada del silencio;
la sed del escorpión, amor,
que con amor da vida, indescriptible,
a los desiertos.)
Estoy en otra cosa: vuelvo enseguida.
FUNDAMENTO:
Lago de los Sueños. Único lago del mundo donde uno puede recibir, mientras pesca, un curso general sobre el segundo principio de termodinámica aplicado a la biología.
En el Lago de los Sueños el viajero puede deducir fácilmente, por ejemplo, que los bovinos son animales atómicos que funcionan igual que las plantas generadoras de energía nuclear de alto rendimiento: sus únicos desechos son abono y la energía que emplean proviene indirectamente del sol a través de las plantas que comen. O bien, maravillado ante el ingenio de la naturaleza, conjurar a las nubes para que asuman formas fantásticas de dinosaurios, gliptodontes y pterosaurios retozando en el cielo.
Para llegar al Lago de los Sueños el viajero debe entrar al hospital que más le guste y sentarse en uno de los sillones de la sala de espera. Allí, con una jeringa muy especial, se procede a inyectarlo dentro de su propio cuerpo. El viajero llega entonces a su corriente sanguínea a bordo de un eritrocito o corpúsculo rojo. Arrojado por la fuerza de la corriente a una playa de músculos, se encontrará con sabios como el padre Mendel Morganstern, cuya inteligencia y conocimientos tienen su origen en la fusión de las cualidades respectivas de los señores Morgan y Mendel, pioneros de la biología y la genética, y del señor Morgenstern, padre de las teorías del azar. Estos profesores presentarán al viajero a doña Enzima, alias señorita Polimerasa ADN (ácido desoxirribonucleico), encargada de las duplicaciones del código genético, una mujer joven vestida al estilo oriental. Mientras se dividen las células, ella tiene delante unas tablillas de arcilla vidriada con las que trata de construir palabras de tres letras recurriendo a todas las combinaciones posibles de un alfabeto de cuatro letras. Si está dispuesto a escucharla, el viajero recibirá la explicación más completa acerca de las matemáticas combinatorias de los genes.
Sin salir del interior de su propio cuerpo, el viajero trepará por los peldaños de la escala del ADN. Al final de ella, verá a un hombre corpulento inglés a ojos vistas- que lleva una americana estilo blazer con el escudo de la Universidad de Cambridge, y a otra persona bastante desaliñada indudablemente un americano- calzado con zapatillas de tenis sin cordones. Ambos son biólogos y guiarán al viajero hasta la doble hélice. El núcleo de una célula, al igual que sus compartimentos citoplásmicos, puede también ser visitado recurriendo a una pitón gigantesca, llamada mensajero ADN, que viaja con movimientos brownianos debido a la agitación molecular de las partículas coloidales en un medio homogéneo de baja densidad.
Explicar cómo el viajero regresa desde las capas más profundas del interior de su cuerpo resulta difícil, pero todavía lo es más hacer lo propio con la presencia allí de personas famosas, como Darwin, por ejemplo, que hará todo lo posible por hacerle saber que recibe ejemplares de algunas revistas científicas modernas, como La Recherche, Scientific American y Les Échos de la Mode. En todo caso, es bien sabido que todos los viajeros que emprendieron ese viaje han regresado sanos y salvos al mundo exterior de ellos mismos.
El viajero también puede visitar otras regiones. Sirviéndose de un ordenador, puede viajar al País que no se ve más que con el ojo de la mente. Transformándose en información codificada, podrá participar en el análisis de las moléculas según el principio de difracción de los rayos X. Conocerá entonces a los habitantes de Planilandia, con quienes podrá intercambiar sus impresiones sobre los universos de dos dimensiones.
George Gamow, Mr. Tompkins inside Himself, Adventures in the New Biology, Nueva York, 1967.
forja y mimbre;
calada tras calada
-lo inefable- del universo templo.
A veces en tus manos
la piel desordenada del silencio;
la sed del escorpión, amor,
que con amor da vida, indescriptible,
a los desiertos.)
Estoy en otra cosa: vuelvo enseguida.
FUNDAMENTO:
Lago de los Sueños. Único lago del mundo donde uno puede recibir, mientras pesca, un curso general sobre el segundo principio de termodinámica aplicado a la biología.
En el Lago de los Sueños el viajero puede deducir fácilmente, por ejemplo, que los bovinos son animales atómicos que funcionan igual que las plantas generadoras de energía nuclear de alto rendimiento: sus únicos desechos son abono y la energía que emplean proviene indirectamente del sol a través de las plantas que comen. O bien, maravillado ante el ingenio de la naturaleza, conjurar a las nubes para que asuman formas fantásticas de dinosaurios, gliptodontes y pterosaurios retozando en el cielo.
Para llegar al Lago de los Sueños el viajero debe entrar al hospital que más le guste y sentarse en uno de los sillones de la sala de espera. Allí, con una jeringa muy especial, se procede a inyectarlo dentro de su propio cuerpo. El viajero llega entonces a su corriente sanguínea a bordo de un eritrocito o corpúsculo rojo. Arrojado por la fuerza de la corriente a una playa de músculos, se encontrará con sabios como el padre Mendel Morganstern, cuya inteligencia y conocimientos tienen su origen en la fusión de las cualidades respectivas de los señores Morgan y Mendel, pioneros de la biología y la genética, y del señor Morgenstern, padre de las teorías del azar. Estos profesores presentarán al viajero a doña Enzima, alias señorita Polimerasa ADN (ácido desoxirribonucleico), encargada de las duplicaciones del código genético, una mujer joven vestida al estilo oriental. Mientras se dividen las células, ella tiene delante unas tablillas de arcilla vidriada con las que trata de construir palabras de tres letras recurriendo a todas las combinaciones posibles de un alfabeto de cuatro letras. Si está dispuesto a escucharla, el viajero recibirá la explicación más completa acerca de las matemáticas combinatorias de los genes.
Sin salir del interior de su propio cuerpo, el viajero trepará por los peldaños de la escala del ADN. Al final de ella, verá a un hombre corpulento inglés a ojos vistas- que lleva una americana estilo blazer con el escudo de la Universidad de Cambridge, y a otra persona bastante desaliñada indudablemente un americano- calzado con zapatillas de tenis sin cordones. Ambos son biólogos y guiarán al viajero hasta la doble hélice. El núcleo de una célula, al igual que sus compartimentos citoplásmicos, puede también ser visitado recurriendo a una pitón gigantesca, llamada mensajero ADN, que viaja con movimientos brownianos debido a la agitación molecular de las partículas coloidales en un medio homogéneo de baja densidad.
Explicar cómo el viajero regresa desde las capas más profundas del interior de su cuerpo resulta difícil, pero todavía lo es más hacer lo propio con la presencia allí de personas famosas, como Darwin, por ejemplo, que hará todo lo posible por hacerle saber que recibe ejemplares de algunas revistas científicas modernas, como La Recherche, Scientific American y Les Échos de la Mode. En todo caso, es bien sabido que todos los viajeros que emprendieron ese viaje han regresado sanos y salvos al mundo exterior de ellos mismos.
El viajero también puede visitar otras regiones. Sirviéndose de un ordenador, puede viajar al País que no se ve más que con el ojo de la mente. Transformándose en información codificada, podrá participar en el análisis de las moléculas según el principio de difracción de los rayos X. Conocerá entonces a los habitantes de Planilandia, con quienes podrá intercambiar sus impresiones sobre los universos de dos dimensiones.
George Gamow, Mr. Tompkins inside Himself, Adventures in the New Biology, Nueva York, 1967.
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